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Categoría: Libros

Hábitos Atómicos: pequeños cambios, resultados sorprendentes

Hábitos Atómicos promete ayudarle a cambiar sus hábitos a través de pequeños cambios
Hábitos Atómicos contiene muchas técnicas para ayudarle a cambiar sus hábitos

Con pequeños cambios, es posible conseguir resultados increíbles. Esta es la idea central de Hábitos Atómicos, el fenómeno literario que promete ayudarle a desarrollar buenos hábitos, y a deshacerse de los malos.

Su autor, James Clear, afirma que los pequeños cambios que introduzca en su vida se irán acumulando hasta permitirle lograr resultados inimaginables, siempre y cuando se comprometa a seguir con estos hábitos durante años.

El libro se fundamenta en conceptos de la filosofía, las neurociencias, la biología y la psicología. Las técnicas que propone tienen bases científicas, y han sido probadas en distintos ámbitos. En este sentido, Hábitos Atómicos presenta ejemplos de equipos deportivos que han mejorado su desempeño, y de grandes empresas que han incrementado su eficiencia, entre muchos otros casos.

Del mismo modo, nos cuenta acerca de personas como usted o como yo, que han mejorado su condición física y su salud con ejercicio, han aprendido un nuevo idioma, adquirido una habilidad que les ha permitido destacarse en sus trabajos, o que simplemente le han abierto espacio en sus vidas a un nuevo pasatiempo, como aprender a tocar un instrumento musical.

Pero mejorar no significa únicamente adoptar buenos comportamientos. Hábitos Atómicos incluye estrategias para desechar los malos hábitos, como la glotonería o el consumo desmedido de redes sociales.

Ideas claves

Antes de hablar del método que propone Clear para cambiar de hábitos, y de enumerar algunas de las técnicas que sugiere para conseguirlo, quisiera mencionar algunas ideas que se destacan en el libro, y que ayudan a entender cómo funciona el proceso para adquirir hábitos duraderos.

-Mejore un uno por ciento a la vez. Si separa todos los pasos de un proceso y mejora en cada aspecto un uno por ciento, obtendrá un incremento significativo en su rendimiento cuando junte todas las partes de nuevo. Los efectos positivos de los buenos hábitos se multiplican a medida que se repiten.

-Enfóquese en los sistemas. El autor plantea que, en lugar de enfocarnos en las metas, nos concentremos en los sistemas. Las metas se centran en los resultados que se quieren conseguir, en cambio, los sistemas se enfocan en los procesos que llevan a esos resultados.

Es común pensar que cuando alcancemos una meta vamos a ser felices, y caemos fácilmente en la trampa de aplazar la felicidad hasta la próxima meta.

-Cambie su identidad. Para que los cambios sean permanentes, es importante que los hábitos se construyan con base en nuestra identidad. Cada hábito debe ayudarnos a convertirnos en el tipo de persona que queremos ser. Un comportamiento que no es compatible con nuestra identidad no durará.

-Acción, en lugar de movimiento. Cuando se está en movimiento se planea, se crean estrategias, se aprende. Es la etapa de preparación antes de ejecutar cualquier acción. No obstante, este estado no produce ningún resultado. Aunque el movimiento parece positivo porque nos motiva y nos hace sentir que estamos haciendo algo, termina por convertirse en una forma de procrastinación. La acción, en cambio, es un comportamiento que genera un resultado.

-Repítalo. Si quiere dominar un hábito, la clave es la repetición, no la perfección. Entre más repita una actividad, más eficiente será su cerebro al ejecutarla. Los hábitos se forman cuando un comportamiento se vuelve progresivamente automático mediante la repetición.

-El poder de las recompensas. Si una experiencia no es satisfactoria, no se repite. Lo que se recompensa se repite, y lo que se castiga, se evita.

-Más progreso, más motivación. La mejor forma de motivación es el progreso. Cuando hay señales de que estamos avanzando, nos sentimos más motivados a continuar.

Las cuatro leyes para cambiar nuestros hábitos

En Hábitos Atómicos, James Clear divide el proceso de creación de hábitos en cuatro pasos: señal, anhelo, respuesta y recompensa (cue, craving, response, reward).

Señal: provoca que el cerebro inicie un comportamiento.

Anhelo: es la fuerza o motivación de cada hábito.

Respuesta: es la ejecución del hábito.

Recompensa: es la meta de cada hábito.

Al mismo tiempo, estos cuatro pasos están integrados en un sistema práctico con el que se diseñan buenos hábitos, y se abandonan los malos. A esta estructura se le conoce como las Cuatro Leyes del Cambio de Comportamiento:

-Primera Ley: hacerlo obvio.

-Segunda Ley: hacerlo atractivo.

-Tercera Ley: hacerlo fácil.

-Cuarta Ley: hacerlo satisfactorio.

4 estrategias para cambiar nuestros hábitos

El libro enumera muchas técnicas enmarcadas en el modelo de las cuatro leyes. Las siguientes son solo algunas de las estrategias para adquirir buenos hábitos propuestas en el texto:

-La intención de implementar. Con esta técnica se define con anterioridad cómo y cuándo ejecutar un hábito en particular. Al ser específicos, tenemos más probabilidades de empezar con un nuevo hábito y completarlo. Solo necesita definir anticipadamente cómo y cuándo piensa ejecutarlo.

La forma más simple de usar esta técnica es enunciando qué va a hacer, a qué hora y dónde: voy a entrenar durante una hora a las 5 p.m. en el gimnasio, por ejemplo.

-Acumulación de hábitos. Esta estrategia consiste en identificar un hábito recurrente en su rutina, y empezar inmediatamente después uno nuevo. Así, por ejemplo: después de entrenar en el gimnasio, voy a meditar.

Lo ideal es que cuando domine esta técnica siga agregando hábitos hasta ejecutar tres, cuatro o más nuevos comportamientos a la vez.

-Prepare el ambiente. Los hábitos varían dependiendo de donde esté y de las señales en frente de usted. Es importante que el ambiente en el que se encuentre esté lleno de señales obvias, que le conduzcan a ejecutar hábitos positivos.

Se puede entrenar para vincular un hábito específico con un contexto en particular. En un nuevo lugar en su casa o fuera de ella puede crear una nueva rutina. Es más fácil asociar un hábito nuevo con un contexto distinto. Para ser más creativo, por ejemplo, vaya a un lugar más grande. Si no puede cambiar de lugar, reordene el actual, de forma que para cada hábito haya un espacio.

-Déjese influenciar. Una forma de adquirir buenos hábitos es unirse a un grupo de personas que tenga por costumbre el comportamiento que quiere empezar. Así, si desea leer más, se puede unir a un club de lectura, o si quiere practicar un deporte, puede inscribirse en una liga de ciclismo, de fútbol, o de su disciplina favorita.

Rodéese de gente que tenga los hábitos que quiere para usted. Al ver cómo otros los llevan a cabo, le parecerán alcanzables.

Mejorar toma tiempo

Hábitos Atómicos ha vendido más de 20 millones de copias en el mundo

Hábitos Atómicos es una guía para ayudarle a incorporar en su vida esos hábitos positivos que siempre ha querido empezar. Pero para ver resultados, como insiste el libro, el esfuerzo debe ser de largo aliento.

Además de las técnicas que enumeré, el libro describe muchas otras estrategias que puede seguir para cambiar lo que no le gusta de su vida y convertirse en la persona que quiere ser. El texto se fundamenta en investigaciones realizadas desde distintas disciplinas, y nos muestra con muchos ejemplos y casos reales que el cambio es posible, sin importar si se trata de un esfuerzo individual o colectivo.

Puedo seguir hablando de las cualidades del libro, de lo bien escrito que está, y de toda la investigación en la que se apoya para animarle a leerlo, pero solo me resta agregar un par de datos que podrían persuadirlo: Hábitos Atómicos fue número 1 de la lista de los libros más vendidos del New York Times (más de 20 millones de copias); en el 2023 fue el libro que más se vendió en Amazon, y el que más compró la gente en Colombia ese mismo año.

Medellín, contada desde sus inicios hasta el siglo XIX

Portada de Medellín, una historia, de Anacristina Aristizábal
Portada de Medellín, una historia, de la escritora Anacristina Aristizábal

El nombre Medellín proviene del apellido de Quintus Caecilius Metellus, un romano que fundó en España una ciudad con el mismo nombre. Mientras esa ciudad fue romana, se le conoció como Metellinum.

Este dato, anécdotas y muchos hechos históricos se cuentan en el libro Medellín, una historia: desde los aburraes hasta el siglo XIX. Su autora, la escritora, comunicadora y periodista Anacristina Aristizábal, reconocida por acompañar durante años a José Guillermo Ángel en el programa la Otra Historia de Radio Bolivariana, narra cómo era la vida de los habitantes de estas tierras desde que las pisaron por primera vez hasta finales del siglo XIX.

En esta obra, la autora recurre a personajes ficticios y a conversaciones imaginarias de gente real para contar con rigurosidad histórica, pero agradablemente, sucesos que marcaron la vida en Medellín en varias épocas, incluso desde mucho antes de que se le conociera por este nombre.

Los hombres de la tierra y los españoles

La primera parte del libro cuenta cómo los primeros indígenas, u hombres de la tierra, como los llama la escritora, llegaron a habitar el territorio que hoy comprende a Medellín. Los capítulos iniciales hablan de una naturaleza abundante, de la fertilidad de la tierra, de los ríos que la bañan, de los nutabes, los catíos y de otras tribus, así como de las costumbres, rituales y deidades de los nativos.

También, dan cuenta del primer contacto de los aborígenes con los españoles, un relato conmovedor que se hace más humano en la propia voz de los indígenas. Aquí nos cuentan de conquistadores como Robledo y Tejelo, afanosos en su búsqueda de El Dorado; o Gaspar de Rodas, quien vino no solo a tomar posesión de las tierras de los indígenas, sino también a imponerles la fe católica, a usarlos como mano de obra en minas de oro y cultivos, y a matarlos cuando se le resistían.

Con el tiempo, las cosas empeoran. Además de que continúan en servidumbre y persiste la usurpación de sus tierras, los aborígenes son enviados a un poblado llamado San Lorenzo de Aburrá para evitar confrontaciones con los hombres blancos. Allá se les “evangeliza”, y se les enseña (impone) la lengua de los invasores. En esta época empieza el mestizaje, y la población nativa se ve diezmada por la viruela.

Fundación de la villa

A mediados del siglo XVII se empiezan a dar las condiciones para fundar a Medellín. El número de habitantes del valle aumenta con la llegada de más españoles y de gente muy pudiente procedente de la ciudad de Santa Fe de Antioquia.

El sitio de Aná, como se le conocía entonces a lo que hoy es Medellín, atraía cada vez a más personas, por su clima, el comercio y la variedad de cultivos. Este crecimiento poblacional dio pie a que se construyera la iglesia de la Candelaria, y a que se conformara un cabildo.

Aunque la idea de que este sitio se convirtiera en una villa tenía bastante acogida entre los pobladores, hubo obstáculos, como la férrea oposición de las autoridades y algunas gentes de Santa Fe de Antioquia. Pero finalmente, en noviembre de 1675, la Corona Española dio el visto bueno para fundar la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín.

La vida en la villa durante el siglo XVIII

No hay cambios sustanciales en el siglo XVIII. El cultivo de la tierra, la cría de animales y el comercio son las principales actividades económicas en la villa. Se traen mercancías de todo tipo desde Santa Fe de Bogotá, Popayán y otros lugares.

Por lo general, los españoles están al frente de todos los negocios y el cabildo. No hay progreso en áreas importantes como la educación, pues no existen instituciones para formar a los niños; hay carestía, dado que muchos productos se traen desde lejos; no hay claridad sobre cómo gobernar, ya que las leyes se aplican arbitrariamente, y no hay espacio suficiente para construir.

Mediante diálogos muy amenos entre una religiosa y su superiora, nos enteramos de otros hechos que marcaron la vida de la villa de la Candelaria durante este siglo. Por ejemplo, la llegada de la orden de las Carmelitas Descalzas; la visita del oidor Juan Antonio Mon y Velarde, quien promovió algunas mejoras en la villa, y la expulsión de los jesuitas. 

Siglo XIX, progreso entre guerras

La Catedral Basílica Metropolitana de Medellín se empezó a construir en el siglo XIX

Sin duda, esta es la parte más interesante del libro. Diría que es trascendental para entender, en buena media, por qué los antioqueños somos como somos, y para darnos cuenta que la polarización y los conflictos no son nuevos en Colombia.

En este capítulo final, Luisa Ramírez, la empleada doméstica de Manuel Uribe Ángel, un prestigioso médico de la época, nos cuenta de las tertulias de su patrón con importantes personalidades de entonces.

En estas reuniones, bastante entretenidas, nos informamos del clima político, del progreso de la ciudad, de los acontecimientos económicos, y de los grandes personajes que marcaron el rumbo de Medellín y de Antioquia en el siglo XIX.

A las tertulias asistían personajes como Epifanio Mejía, Tomás Carrasquilla, Rafael Uribe Uribe, y Fidel Cano, por mencionar algunos. Ellos y su anfitrión conversan de las pujas por el poder entre liberales y conservadores; de las sucesivas guerras por las que atravesó el país, y en las que Antioquia y Medellín tuvieron papeles importantes, y de las constituciones que rigieron a Colombia en ese período.

Asimismo, mencionan a grandes personajes de ese tiempo, como Pedro Justo Berrío, presidente del Estado de Antioquia, quien impulsó el ferrocarril y la creación de instituciones educativas. Destacan, igualmente, obras como la construcción de la catedral metropolitana, y el desarrollo de algunos medios de transporte.

También hablan estos ilustres tertuliantes de asuntos como la minería, las ansias de riqueza que dominaban a muchos por estas tierras, y el proceso que llevó a que Antioquia se independizara de la Corona Española.

Conocer a Medellín, conocernos a nosotros

Medellín, una historia: desde los aburraes hasta el siglo XIX, es un recuento entretenido de acontecimientos y de personajes que intervinieron en la creación de lo que hoy conocemos como la capital de Antioquia.

Así, desde los primeros indígenas que pisaron estas tierras y su violento encuentro con los españoles, pasando por las gentes que querían fundar una villa para tener más autonomía, hasta las guerras, el progreso y los hombres insignes del siglo XIX, el libro nos muestra cómo ha sido el desarrollo de la ciudad, nos señala algunos rasgos de la gente de esa época con los que todavía podemos identificarnos, y más importante, nos da la oportunidad de aprender lo que muchos ignoramos, esto es, de dónde venimos.

Abre tu mente a los números: un libro que nos enseña a aprender mejor

El libro contiene varias técnicas que ayudan a aprender mejor
Portada de la edición en español de Abre tu Mente a los Números, de Barbara Oakley

En mis épocas de estudiante, íbamos al colegio a “aprender”. Pero entre tantas materias se les olvidó incluir una que nos enseñara algo básico: cómo aprender mejor.

Lo que generalmente hacíamos era tratar de memorizar las notas de cada asignatura, leyéndolas una y otra vez. Y ese no es ningún método de aprendizaje efectivo. No es de extrañarse ahora que muchos no tengamos habilidades con las matemáticas y otras áreas.

El problema nunca fue de falta de aptitud. Las técnicas de aprendizaje inútiles y hábitos de estudio descuidados durante los años de bachillerato o universidad fueron las culpables.

Por fortuna, ahora contamos con mejores herramientas para aprender que antes. Las más útiles están publicadas en el libro Abre tu Mente a los Números: cómo sobresalir en ciencias aunque seas de letras, escrito por la profesora Barbara Oakley.

Este libro enumera varias técnicas para aprender mejor, y trata además del funcionamiento del cerebro mientras aprendemos; de los malos hábitos de estudio; y de cómo potenciar nuestra memoria.

Asimismo, explica conceptos de disciplinas como la neurociencia y la psicología, y su relación con el aprendizaje; nos habla del trabajo de científicos y pensadores, y de la manera en la que desarrollaron, en algunos casos con bastante dificultad, sus brillantes mentes; y tiene además un gran número de testimonios de personas, entre estudiantes y académicos, que cuentan cómo estas técnicas les han ayudado en sus carreras. Pero empecemos hablando de su autora.

De odiar las matemáticas, a profesora de ciencias

Barbara Oakley estuvo en varias ciudades de Colombia en el 2016
Barbara Oakley durante su conferencia en Medellín, en mayo del 2016

De niña, Barbara Oakley odiaba las matemáticas, pues era algo que simplemente no podía comprender, y para lo cual consideraba que no tenía talento. Después del colegio, se enlistó en el ejército de los Estados Unidos. Su carrera militar la llevó de nuevo, años más tarde, a vérselas con las matemáticas, mientras desempeñaba un cargo en el área de comunicaciones.

Reflexionando sobre su carrera, viendo cómo los conocimientos matemáticos facilitaban el trabajo de sus colegas, y buscando la forma en la que podía mejorar sus posibilidades hacia el futuro, decidió reeducar su cerebro y optó por estudiar una carrera en el campo de las ciencias y las matemáticas.

Así, la niña que detestaba las matemáticas y no hacía más que sacar malas notas, se convirtió en ingeniera eléctrica, y hasta obtuvo un doctorado en ingeniería de sistemas, entre otros títulos.

Convertida en profesora de ingeniería, se interesó en el funcionamiento del cerebro, y ahora se dedica a divulgar estrategias de aprendizaje que les permitan a los estudiantes adquirir conocimientos, sin las dificultades que ella experimentó. 

Ha creado cursos que están disponibles en plataformas como Coursera, siendo Learning How to Learn el más popular. Además de haber escrito varios libros sobre aprendizaje, también dicta conferencias (hace unos años visitó varias ciudades colombianas), ha publicado algunas de sus investigaciones en revistas científicas, y escrito artículos en medios como The New York Times y el Wall Street Journal.

Los enemigos del aprendizaje

Además de leer una y otra vez lo mismo, hay otras malas prácticas al estudiar, muy comunes por desgracia. Estas son algunas de las que se mencionan en el libro:

-Estudiar el día antes del examen. Intentar aprenderlo todo a última hora no es buena idea. Es como empezar a entrenar para una maratón el día antes de la competencia, o pretender que puedes levantar 100 kilos en tu primer día en el gimnasio.

-Dormir mal. El sueño es muy importante para la memoria y para consolidar lo que aprendes. Mientras dormimos, el cerebro elimina toxinas que se crean en el día, y hace un repaso a las partes más difíciles de lo que estés aprendiendo.

-Abusar del resaltador. Acostumbramos a marcar secciones enteras de libros y documentos con resaltadores. A parte de darles bonitos colores, esta práctica no tiene ningún efecto útil.

Resaltar crea la idea de que a medida que se subraya, el concepto se va aprendiendo. Lo recomendado es resaltar lo menos posible, y hacer anotaciones al margen o escribir palabras clave para sintetizar conceptos, ya que es más efectivo.

-Procrastinar. Este término se ha vuelto popular últimamente, y significa aplazar, o mejor dicho, dejar todo para última hora.

Cuando nos enfrentamos a algo que nos desagrada, los centros del dolor del cerebro se activan, y nuestra atención se desvía a algo más placentero. Como quien dice, es mejor echarles una mirada a las redes sociales que hacer la tarea de matemáticas o preparar un ensayo. Pero las consecuencias son devastadoras: ansiedad, trabajos a medias, y resultados mediocres.

Para dejar de procrastinar debes identificar los estímulos que te llevan a aplazar las cosas, y tratar de reaccionar de otra manera. Asimismo, es importante que te concentres en el proceso y no en el producto.

Aprende usando el modo concentrado y el modo difuso

En las últimas dos décadas, los neurocientíficos han hecho importantes avances para comprender cómo funciona nuestro cerebro mientras aprendemos.

Lo que se sabe es que hay dos tipos distintos de redes entre los cuales el cerebro se va alternando, y que son esenciales para aprender. Se llaman modo concentrado y modo difuso, y cambiamos de uno a otro constantemente.

El modo concentrado se activa cuando centramos toda nuestra atención para resolver un problema, o estudiamos tratando de asimilar nueva información. En cambio, en el modo difuso, el cerebro deja de concentrarse en el problema y la mente empieza a divagar.

En el modo concentrado nos aislamos de las distracciones y nos enfocamos en un problema con todas nuestras energías. Cambiamos al difuso cuando nos distraemos o nos dedicamos a otras actividades, como hacer ejercicio o escuchar música. En este modo, lo importante es alejarse conscientemente del problema, para que otras áreas del cerebro se conecten y encuentren una solución o nos permitan mirarlo desde otra perspectiva.

En el modo difuso se logra un aprendizaje mucho más profundo, y damos con respuestas más creativas. Es en este estado cuando surgen las grandes ideas, o dicho de otro modo, aparecen las musas de la inspiración. Pero hay que tener presente que un modo no funciona sin el otro; es necesario que se trabaje esforzadamente en el modo concentrado para que el difuso haga su magia.

Técnicas para estudiar y conseguir que los conocimientos sean permanentes

Abre tu Mente a los Números (A Mind for Numbers: How to Excel at Math and Science (Even If You Flunked Algebra) ) está enfocado en el aprendizaje de las matemáticas y las ciencias, pero sus estrategias y técnicas de estudio pueden usarse para aprender cualquier otra asignatura (también de las humanidades) o área del conocimiento. Incluso, son útiles para quienes quieren aprender a tocar un instrumento musical u otra habilidad.

1-Técnica del pomodoro. Esta técnica consiste en trabajar concentradamente durante 25 minutos, evitando cualquier distracción, como, por ejemplo, las notificaciones del teléfono.

Después de 25 minutos se hace una pequeña pausa para descansar, durante la cual te puedes dedicar a otras actividades, como navegar en internet o comer algo, a modo de recompensa. Después de este break, se trabaja durante otros 25 minutos, haciendo una nueva pausa. Lo ideal es completar varias sesiones como estas.

2-Técnica de la rememoración. Es quizás la técnica más recomendada en el libro por su efectividad. También es muy simple. Consiste en leer una página y luego cerrar el libro o alejar la mirada, para ver qué se recuerda. Leer y releer crea algo llamado competencia ilusoria, que es la creencia de que ya se ha aprendido el material de estudio.

En cambio, practicar la rememoración para intentar recordar lo que estás aprendiendo, y recuperar las ideas claves es mucho más efectivo, pues este proceso de recuperación de la información potencia el aprendizaje profundo.

3-Técnica del repaso espaciado. Consiste en repasar a lo largo de varios días lo que quieres aprender, dejando un día por medio entre cada sesión de estudio, es decir, espaciándolas.

La idea es extender esta práctica durante días y semanas. El objetivo de esta técnica es mover información de la memoria de trabajo a la memoria de largo plazo, algo que puedes lograr más fácilmente creando ideas memorables.

Para repetir estas ideas usa tarjetas, escribiendo en un lado una palabra o frase y en el otro, información adicional. Observa la palabra y trata de rememorar lo que dice al otro lado. Estudia las tarjetas a lo largo de varios días, incrementando gradualmente el espaciado.

Estas técnicas puedes combinarlas con otras estrategias, como, por ejemplo:

-Evaluarse. Evaluarse es también una experiencia de aprendizaje. Examinarse uno mismo mediante pruebas de rememoración o de resolución de problemas tiene un efecto inmenso de concentración mental, incrementando el conocimiento y la capacidad de retener el material de estudio.

-Práctica deliberada. Consiste en estudiar o practicar las partes más difíciles de lo que estés aprendiendo, como problemas de matemáticas o los acordes de una canción en la guitarra.

Escribir. Esta práctica sirve para codificar más profundamente lo que tratas de aprender. También ayuda si dices en voz alta lo que escribes, para crear claves auditivas.

-Pedir ayuda. Nunca está de más hablar con otros, para que puedan darte una perspectiva diferente o incluso ejemplos y analogías más vívidos.

Aprende con la ayuda de tu memoria

Cualquiera puede tener una super memoria. Al menos, así lo demuestran quienes después de tener problemas para recordar las cosas más triviales, terminan convirtiéndose en ganadores de campeonatos de memorización.

No lo lograron de un día para otro, sino poniendo en práctica técnicas que aprovechan las capacidades visuales y espaciales de nuestra memoria, y con las que se crean analogías e imágenes muy vívidas de lo que se quiere recordar.

Una de estas técnicas es el palacio de la memoria. Elige un lugar conocido, como tu casa, y sitúa en cada área o habitación algo que quieras recordar, como un ítem de la lista de compras. Por ejemplo, imagina en la entrada un pan gigante o una canasta de huevos en lugar del sofá de la sala. Entre más extrañas o divertidas las imágenes, más fácil te será recordarlas.

También puedes usar metáforas y analogías para potenciar tu memoria. Representa conceptos mediante imágenes memorables, que capten lo más importante de una idea.

Una oportunidad para aprender mejor

Ojalá y hubiera tenido en mis manos Abre tu Mente a los Números cuando era estudiante. Tal vez hoy sería un científico notable o un gran matemático. Pero todavía es tiempo de aprender, y con estas técnicas podemos hacerlo más fácilmente.

Usando con inteligencia los modos concentrado y difuso de nuestro cerebro, empleando técnicas como la del pomodoro o la rememoración, evitando malas prácticas, y potenciando las capacidades de la memoria, los estudiantes de colegio y los universitarios pueden conseguir mejores resultados en sus estudios.

Pero más allá de que se aproveche en estos ámbitos, creo que el libro también es una invitación para que cualquier persona, sin importar su edad o sus antecedentes académicos, adquiera conocimientos en cualquier área, o incluso nuevas habilidades, que le permitan avanzar en su carrera, resolver problemas inteligentemente, o por qué no, llevar una vida más plena.

¿Cómo escribía Ernest Hemingway? Una frase verdadera a la vez

El libro cuenta las memorias de Hemingway durante los años que vivió en París
A Moveable Feast es el nombre de las memorias de Ernest Hemingway en inglés

Jaime Alberto Vélez (q.e.p.d.) nos dijo hace años en clase de composición española que cualquiera que quisiera ser escritor debía leer París era una Fiesta, de Ernest Hemingway.

En A Moveable Feast, nombre en inglés del libro, el escritor norteamericano cuenta sus memorias sobre los años en los que vivió en París, desde 1921 hasta 1926.     

En esa época hizo parte de un grupo de escritores e intelectuales bautizado por Gertrude Stein como la Generación Perdida, conformado también por Ezra Pound, F. Scott Fitzgerald, Sylvia Beach y la misma Stein, por nombrar a unos cuantos. También pudo compartir con gente como Picasso, Joyce y muchos otros artistas y escritores del momento.   

París era una Fiesta habla de sus viajes, de los sitios que frecuentaba, de la gente que conocía, de lo que hacía en su tiempo libre. Todo esto, sumado a sus experiencias como corresponsal de guerra, se convirtió en material para su obra.

Además, en el libro, Hemingway nos cuenta de su oficio, de lo que acostumbraba a hacer cuando escribía. A medida que uno avanza en la lectura, se reconocen fácilmente en algunos de sus hábitos lecciones prácticas de escritura. De estas me ocupo a continuación.

No hay que vaciar la fuente

Ernest Hemingway tenía su método para escribir. Esto es lo que nos dice en varios apartes del libro sobre sus técnicas:

-Hay que saber cuándo parar. Hemingway escribía hasta que tenía algo hecho, deteniéndose cuando sabía qué seguiría. “Siempre trabajé hasta que tenía algo hecho, y siempre me detuve cuando sabía qué iba a pasar después.” Así se aseguraba de tener material con qué empezar a escribir el día siguiente.

-Escribir una frase verdadera. Cuando tenía problemas para comenzar una nueva historia, se decía a sí mismo: “todo lo que tienes que hacer es escribir una frase verdadera. Escribe la frase más verdadera que conozcas”. Luego de escribirla, estaba seguro de poder continuar.

Para Hemingway, una frase verdadera lo remitía a las certezas de sus vivencias, o a las de otros, a lo conocido. Era una oración directa, simple, sin ornamentos.

-No pensar en lo que escribía. Tenía por regla no pensar en nada de lo que estaba escribiendo. “Fue en ese cuarto donde aprendí a no pensar en nada de lo que estaba escribiendo desde cuando paraba de escribir hasta que empezaba de nuevo el día siguiente.”

Así dejaba que el subconsciente trabajara, y mientras tanto escuchaba a otra gente, observaba, aprendía, pero, sobre todo, leía para no pensar ni preocuparse por su trabajo hasta el otro día. “Si seguías pensando en ello, perderías la cosa que estabas escribiendo antes de poder seguir con él el día siguiente.”

Tomar distancia y dejar que la mente divagara y se ocupara de otras cosas probablemente le daba a Hemingway mejores ideas, o le ofrecía soluciones más eficaces si tenía problemas o un bloqueo al escribir.

-No vaciar nunca la fuente de su escritura. Hemingway insiste en lo importante que para él era leer cuando estaba “vacío”, para no pensar ni preocuparse en lo que escribía hasta que pudiera continuar.

Y sobre este sentimiento de vacuidad decía: “ya había aprendido a no vaciar nunca la fuente de mi escritura, sino a detenerme siempre cuando aún quedaba algo en la parte profunda del pozo, y dejar que este se volviera a llenar en la noche desde los manantiales que lo alimentaban”.

Los escritores perezosos no hacen revisiones

Aunque París era una Fiesta no pretende ser un manual de escritura en sí mismo, y en ningún momento Hemingway dice haz esto o no hagas aquello, algunos de sus comentarios son lecciones básicas para cualquier aspirante a escritor.

Por ejemplo, cuando dice que las revisiones son importantes para evitar repeticiones y que los escritores perezosos no las hacen. O como cuando Gertrude Stein comenta algo de una de sus historias, y él le responde que solamente “está tratando de usar palabras que la gente realmente usaría” para hacer que la historia sea verdadera.

Hacer las cosas verdaderas, escribiéndolas, poniéndolas bien y sin describir, es otro “consejo” que da cuando su esposa le recuerda una conversación que él sostuvo con un amigo.

Acerca de las omisiones, dice: “podías omitir cualquier cosa si sabías que la omitiste, y la parte omitida le daría fuerza a la historia, haciéndole sentir a la gente algo más de lo que entendió.”

Acostumbraba a leer bastante. La librería de Sylvia Beach le proporcionaba suficiente material, y en sus viajes era indispensable que hubiera libros a la mano. Los escritores rusos, como Dostoievski, le causaron gran impresión.

Ezra Pound le había enseñado a desconfiar de los adjetivos. Y como Hemingway lo cuenta, desde que decidió descomponer toda su escritura para deshacerse de facilismos, y concentrarse en la acción en lugar de la descripción, para él había sido maravilloso escribir, aunque no le resultara fácil.

Antes de sus grandes obras, dudaba de que pudiera siquiera escribir algo tan largo como una novela, y se queja de que en ocasiones le tomaba una mañana entera escribir un solo párrafo.

De la pobreza, las distracciones y las interrupciones

Cuando vivió en París, Hemingway sobrevivía vendiendo sus historias a varias revistas. Y aunque su situación no era muy holgada, la ciudad favorecía su trabajo, pues era barata, y le permitía trabajar y vivir bien. De hecho, consideraba a París como la ciudad más organizada para que un escritor escribiera.

Pero había distracciones. Le gustaba ir a las carreras de caballos y apostar, una costumbre que apocaba sus finanzas, y consumía mucho de su tiempo.Aunque escribía en su apartamento, también disfrutaba hacerlo en cafés como el Closerie des Lilas.Lo que no disfrutaba en absoluto era que lo interrumpieran mientras escribía. Cuando alguien lo interrumpía, no disimulaba su descontento, y se lo hacía saber enérgicamente al causante de su enojo. Pero más que nada, odiaba que le preguntaran sobre lo que estaba escribiendo, y hablar de ello.

Escribir como Hemingway

Sería grandioso poder escribir como Ernest Hemingway. Para lograrlo, habría que tener esa férrea disciplina que él mismo se forjó cuando se propuso escribir una historia sobre cada cosa que conocía.

Y llevar una vida como la que él llevaba también ayudaría. Conocer gente fascinante, viajar, tener mucho tiempo libre para gastarlo en aventuras, leer un montón y escribir otro tanto, tener grandes amigos, y aprender constantemente de todo y de todos.

Y es que este género de vida dice más de Hemingway como escritor que sus “recomendaciones”. Por supuesto, las frases verdaderas hacen parte de su estilo único, y no dejar que la fuente de la inspiración se seque es muy buen consejo, pero escribir novelas enteras inspirado en las guerras en las que uno estuvo, los viajes que hizo, los amores que tuvo o los grandes personajes que conoció les da carácter y verosimilitud, y le ahorra a la imaginación tiempo y esfuerzo.

El profesor Jaime Alberto Vélez tenía razón. Aunque estemos lejos de escribir como Hemingway, leer París era una Fiesta nos puede ayudar a mejorar, para que tal vez, con el tiempo, lleguemos por lo menos a escribir frases verdaderas.

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