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¿Cómo escribía Ernest Hemingway? Una frase verdadera a la vez

El libro cuenta las memorias de Hemingway durante los años que vivió en París
A Moveable Feast es el nombre de las memorias de Ernest Hemingway en inglés

Jaime Alberto Vélez (q.e.p.d.) nos dijo hace años en clase de composición española que cualquiera que quisiera ser escritor debía leer París era una Fiesta, de Ernest Hemingway.

En A Moveable Feast, nombre en inglés del libro, el escritor norteamericano cuenta sus memorias sobre los años en los que vivió en París, desde 1921 hasta 1926.     

En esa época hizo parte de un grupo de escritores e intelectuales bautizado por Gertrude Stein como la Generación Perdida, conformado también por Ezra Pound, F. Scott Fitzgerald, Sylvia Beach y la misma Stein, por nombrar a unos cuantos. También pudo compartir con gente como Picasso, Joyce y muchos otros artistas y escritores del momento.   

París era una Fiesta habla de sus viajes, de los sitios que frecuentaba, de la gente que conocía, de lo que hacía en su tiempo libre. Todo esto, sumado a sus experiencias como corresponsal de guerra, se convirtió en material para su obra.

Además, en el libro, Hemingway nos cuenta de su oficio, de lo que acostumbraba a hacer cuando escribía. A medida que uno avanza en la lectura, se reconocen fácilmente en algunos de sus hábitos lecciones prácticas de escritura. De estas me ocupo a continuación.

No hay que vaciar la fuente

Ernest Hemingway tenía su método para escribir. Esto es lo que nos dice en varios apartes del libro sobre sus técnicas:

-Hay que saber cuándo parar. Hemingway escribía hasta que tenía algo hecho, deteniéndose cuando sabía qué seguiría. “Siempre trabajé hasta que tenía algo hecho, y siempre me detuve cuando sabía qué iba a pasar después.” Así se aseguraba de tener material con qué empezar a escribir el día siguiente.

-Escribir una frase verdadera. Cuando tenía problemas para comenzar una nueva historia, se decía a sí mismo: “todo lo que tienes que hacer es escribir una frase verdadera. Escribe la frase más verdadera que conozcas”. Luego de escribirla, estaba seguro de poder continuar.

Para Hemingway, una frase verdadera lo remitía a las certezas de sus vivencias, o a las de otros, a lo conocido. Era una oración directa, simple, sin ornamentos.

-No pensar en lo que escribía. Tenía por regla no pensar en nada de lo que estaba escribiendo. “Fue en ese cuarto donde aprendí a no pensar en nada de lo que estaba escribiendo desde cuando paraba de escribir hasta que empezaba de nuevo el día siguiente.”

Así dejaba que el subconsciente trabajara, y mientras tanto escuchaba a otra gente, observaba, aprendía, pero, sobre todo, leía para no pensar ni preocuparse por su trabajo hasta el otro día. “Si seguías pensando en ello, perderías la cosa que estabas escribiendo antes de poder seguir con él el día siguiente.”

Tomar distancia y dejar que la mente divagara y se ocupara de otras cosas probablemente le daba a Hemingway mejores ideas, o le ofrecía soluciones más eficaces si tenía problemas o un bloqueo al escribir.

-No vaciar nunca la fuente de su escritura. Hemingway insiste en lo importante que para él era leer cuando estaba “vacío”, para no pensar ni preocuparse en lo que escribía hasta que pudiera continuar.

Y sobre este sentimiento de vacuidad decía: “ya había aprendido a no vaciar nunca la fuente de mi escritura, sino a detenerme siempre cuando aún quedaba algo en la parte profunda del pozo, y dejar que este se volviera a llenar en la noche desde los manantiales que lo alimentaban”.

Los escritores perezosos no hacen revisiones

Aunque París era una Fiesta no pretende ser un manual de escritura en sí mismo, y en ningún momento Hemingway dice haz esto o no hagas aquello, algunos de sus comentarios son lecciones básicas para cualquier aspirante a escritor.

Por ejemplo, cuando dice que las revisiones son importantes para evitar repeticiones y que los escritores perezosos no las hacen. O como cuando Gertrude Stein comenta algo de una de sus historias, y él le responde que solamente “está tratando de usar palabras que la gente realmente usaría” para hacer que la historia sea verdadera.

Hacer las cosas verdaderas, escribiéndolas, poniéndolas bien y sin describir, es otro “consejo” que da cuando su esposa le recuerda una conversación que él sostuvo con un amigo.

Acerca de las omisiones, dice: “podías omitir cualquier cosa si sabías que la omitiste, y la parte omitida le daría fuerza a la historia, haciéndole sentir a la gente algo más de lo que entendió.”

Acostumbraba a leer bastante. La librería de Sylvia Beach le proporcionaba suficiente material, y en sus viajes era indispensable que hubiera libros a la mano. Los escritores rusos, como Dostoievski, le causaron gran impresión.

Ezra Pound le había enseñado a desconfiar de los adjetivos. Y como Hemingway lo cuenta, desde que decidió descomponer toda su escritura para deshacerse de facilismos, y concentrarse en la acción en lugar de la descripción, para él había sido maravilloso escribir, aunque no le resultara fácil.

Antes de sus grandes obras, dudaba de que pudiera siquiera escribir algo tan largo como una novela, y se queja de que en ocasiones le tomaba una mañana entera escribir un solo párrafo.

De la pobreza, las distracciones y las interrupciones

Cuando vivió en París, Hemingway sobrevivía vendiendo sus historias a varias revistas. Y aunque su situación no era muy holgada, la ciudad favorecía su trabajo, pues era barata, y le permitía trabajar y vivir bien. De hecho, consideraba a París como la ciudad más organizada para que un escritor escribiera.

Pero había distracciones. Le gustaba ir a las carreras de caballos y apostar, una costumbre que apocaba sus finanzas, y consumía mucho de su tiempo.Aunque escribía en su apartamento, también disfrutaba hacerlo en cafés como el Closerie des Lilas.Lo que no disfrutaba en absoluto era que lo interrumpieran mientras escribía. Cuando alguien lo interrumpía, no disimulaba su descontento, y se lo hacía saber enérgicamente al causante de su enojo. Pero más que nada, odiaba que le preguntaran sobre lo que estaba escribiendo, y hablar de ello.

Escribir como Hemingway

Sería grandioso poder escribir como Ernest Hemingway. Para lograrlo, habría que tener esa férrea disciplina que él mismo se forjó cuando se propuso escribir una historia sobre cada cosa que conocía.

Y llevar una vida como la que él llevaba también ayudaría. Conocer gente fascinante, viajar, tener mucho tiempo libre para gastarlo en aventuras, leer un montón y escribir otro tanto, tener grandes amigos, y aprender constantemente de todo y de todos.

Y es que este género de vida dice más de Hemingway como escritor que sus “recomendaciones”. Por supuesto, las frases verdaderas hacen parte de su estilo único, y no dejar que la fuente de la inspiración se seque es muy buen consejo, pero escribir novelas enteras inspirado en las guerras en las que uno estuvo, los viajes que hizo, los amores que tuvo o los grandes personajes que conoció les da carácter y verosimilitud, y le ahorra a la imaginación tiempo y esfuerzo.

El profesor Jaime Alberto Vélez tenía razón. Aunque estemos lejos de escribir como Hemingway, leer París era una Fiesta nos puede ayudar a mejorar, para que tal vez, con el tiempo, lleguemos por lo menos a escribir frases verdaderas.

1 comentario

  1. Fidel

    Excelente trabajo Gracias.

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