
El nombre Medellín proviene del apellido de Quintus Caecilius Metellus, un romano que fundó en España una ciudad con el mismo nombre. Mientras esa ciudad fue romana, se le conoció como Metellinum.
Este dato, anécdotas y muchos hechos históricos se cuentan en el libro Medellín, una historia: desde los aburraes hasta el siglo XIX. Su autora, la escritora, comunicadora y periodista Anacristina Aristizábal, reconocida por acompañar durante años a José Guillermo Ángel en el programa la Otra Historia de Radio Bolivariana, narra cómo era la vida de los habitantes de estas tierras desde que las pisaron por primera vez hasta finales del siglo XIX.
En esta obra, la autora recurre a personajes ficticios y a conversaciones imaginarias de gente real para contar con rigurosidad histórica, pero agradablemente, sucesos que marcaron la vida en Medellín en varias épocas, incluso desde mucho antes de que se le conociera por este nombre.
Los hombres de la tierra y los españoles
La primera parte del libro cuenta cómo los primeros indígenas, u hombres de la tierra, como los llama la escritora, llegaron a habitar el territorio que hoy comprende a Medellín. Los capítulos iniciales hablan de una naturaleza abundante, de la fertilidad de la tierra, de los ríos que la bañan, de los nutabes, los catíos y de otras tribus, así como de las costumbres, rituales y deidades de los nativos.
También, dan cuenta del primer contacto de los aborígenes con los españoles, un relato conmovedor que se hace más humano en la propia voz de los indígenas. Aquí nos cuentan de conquistadores como Robledo y Tejelo, afanosos en su búsqueda de El Dorado; o Gaspar de Rodas, quien vino no solo a tomar posesión de las tierras de los indígenas, sino también a imponerles la fe católica, a usarlos como mano de obra en minas de oro y cultivos, y a matarlos cuando se le resistían.
Con el tiempo, las cosas empeoran. Además de que continúan en servidumbre y persiste la usurpación de sus tierras, los aborígenes son enviados a un poblado llamado San Lorenzo de Aburrá para evitar confrontaciones con los hombres blancos. Allá se les “evangeliza”, y se les enseña (impone) la lengua de los invasores. En esta época empieza el mestizaje, y la población nativa se ve diezmada por la viruela.
Fundación de la villa
A mediados del siglo XVII se empiezan a dar las condiciones para fundar a Medellín. El número de habitantes del valle aumenta con la llegada de más españoles y de gente muy pudiente procedente de la ciudad de Santa Fe de Antioquia.
El sitio de Aná, como se le conocía entonces a lo que hoy es Medellín, atraía cada vez a más personas, por su clima, el comercio y la variedad de cultivos. Este crecimiento poblacional dio pie a que se construyera la iglesia de la Candelaria, y a que se conformara un cabildo.
Aunque la idea de que este sitio se convirtiera en una villa tenía bastante acogida entre los pobladores, hubo obstáculos, como la férrea oposición de las autoridades y algunas gentes de Santa Fe de Antioquia. Pero finalmente, en noviembre de 1675, la Corona Española dio el visto bueno para fundar la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín.
La vida en la villa durante el siglo XVIII
No hay cambios sustanciales en el siglo XVIII. El cultivo de la tierra, la cría de animales y el comercio son las principales actividades económicas en la villa. Se traen mercancías de todo tipo desde Santa Fe de Bogotá, Popayán y otros lugares.
Por lo general, los españoles están al frente de todos los negocios y el cabildo. No hay progreso en áreas importantes como la educación, pues no existen instituciones para formar a los niños; hay carestía, dado que muchos productos se traen desde lejos; no hay claridad sobre cómo gobernar, ya que las leyes se aplican arbitrariamente, y no hay espacio suficiente para construir.
Mediante diálogos muy amenos entre una religiosa y su superiora, nos enteramos de otros hechos que marcaron la vida de la villa de la Candelaria durante este siglo. Por ejemplo, la llegada de la orden de las Carmelitas Descalzas; la visita del oidor Juan Antonio Mon y Velarde, quien promovió algunas mejoras en la villa, y la expulsión de los jesuitas.
Siglo XIX, progreso entre guerras

Sin duda, esta es la parte más interesante del libro. Diría que es trascendental para entender, en buena media, por qué los antioqueños somos como somos, y para darnos cuenta que la polarización y los conflictos no son nuevos en Colombia.
En este capítulo final, Luisa Ramírez, la empleada doméstica de Manuel Uribe Ángel, un prestigioso médico de la época, nos cuenta de las tertulias de su patrón con importantes personalidades de entonces.
En estas reuniones, bastante entretenidas, nos informamos del clima político, del progreso de la ciudad, de los acontecimientos económicos, y de los grandes personajes que marcaron el rumbo de Medellín y de Antioquia en el siglo XIX.
A las tertulias asistían personajes como Epifanio Mejía, Tomás Carrasquilla, Rafael Uribe Uribe, y Fidel Cano, por mencionar algunos. Ellos y su anfitrión conversan de las pujas por el poder entre liberales y conservadores; de las sucesivas guerras por las que atravesó el país, y en las que Antioquia y Medellín tuvieron papeles importantes, y de las constituciones que rigieron a Colombia en ese período.
Asimismo, mencionan a grandes personajes de ese tiempo, como Pedro Justo Berrío, presidente del Estado de Antioquia, quien impulsó el ferrocarril y la creación de instituciones educativas. Destacan, igualmente, obras como la construcción de la catedral metropolitana, y el desarrollo de algunos medios de transporte.
También hablan estos ilustres tertuliantes de asuntos como la minería, las ansias de riqueza que dominaban a muchos por estas tierras, y el proceso que llevó a que Antioquia se independizara de la Corona Española.
Conocer a Medellín, conocernos a nosotros
Medellín, una historia: desde los aburraes hasta el siglo XIX, es un recuento entretenido de acontecimientos y de personajes que intervinieron en la creación de lo que hoy conocemos como la capital de Antioquia.
Así, desde los primeros indígenas que pisaron estas tierras y su violento encuentro con los españoles, pasando por las gentes que querían fundar una villa para tener más autonomía, hasta las guerras, el progreso y los hombres insignes del siglo XIX, el libro nos muestra cómo ha sido el desarrollo de la ciudad, nos señala algunos rasgos de la gente de esa época con los que todavía podemos identificarnos, y más importante, nos da la oportunidad de aprender lo que muchos ignoramos, esto es, de dónde venimos.
Deja una respuesta